miércoles, 29 de julio de 2009

Esos meteorólogos malditos:

Esos meteorólogos malditos:

Decía Josepgh Conrad que la mayor virtud de un buen marino es una saludable incertidumbre. Después de quince años navegando como patrón de un velero, y con la responsabilidad que a veces eso te echa encima - el barco, tu pellejo y el de otros, no sé si soy buen marino o no; pero lo cierto es que no me fío ni del color de mi sombra. Eso incluye la meteorología, sino porque la experiecia demuestra que, en momentos y lugares derterminados, la más rigurosa perdicción es relativa. Nadie puede prever de lo que son capaces un estrechamiento de isobaras, una caída de cinco milibares o el efecto de un viento de treinta nudos al doblar un cabo o embocar un estrecho. Pese a todo, o precisamente a causa de eso, siento un gran respeto por los meteorólogos. Buena parte del tiempo que paso en el mar lo hago en tensión continua: mirando el barómetro, atento al canal de radio correspondiente con libreta y lápiz a mano, o sentado ante el ordenador de la mesa de cartas, consultando las previsiones metereológicas oficiales e intentando establecer las propias. Hace años las completaba con llamadas telefónicas a los viejos compañeros de la tele.
........ Por suerte, funcionan páginas de servicios Franceses, Ingleses e Italianos.
........ Tampoco puede hacer cálculos particulares para cada calle cada tramo de carrtera, cada playa y Cada ciudadano ...
Además, en última instancia en España el meteorólogo no es responsable de la descoordinación de las administracion es públicas - un plural significativo que por sí solo se indica el desmadre - de la cínica desverguenza y cobardía de ministros y políticos, de la falta de medios informativos, de los intereses, coyunturales del sector turñistico-hotelero, de la codicia de los constructores ladrilleros y sus compinches municipales, ni de nuestra eterna contumaz, inmensa inbecilidad ciudadana

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